El hombre -afirma Osho – nace para realizarse en la vida, pero todo depende de él.

Puede seguir respirando, puede seguir comiendo, puede seguir envejeciendo, puede ir acercándose a la tumba…, pero esto no es vida, es una muerte paulatina.

Desde la cuna hasta la tumba… una muerte paulatina de setenta, ochenta, noventa, cien años…

Y dado que hay millones de personas a tu alrededor muriéndose de una forma paulatina y lenta, tú también has empezado a imitarlos.

Primero hay que entender lo que quiero decir con «vida».

No debe ser simplemente «durar», menos envejecer, sino que debe ser crecer.

Son dos cosas distintas dice Osho:

Cualquier animal es capaz de envejecer.

Crecer es un privilegio del ser humano. Sólo unos pocos reivindican ese derecho.

Crecer es profundizar en el principio de la vida; no es acercarse a la muerte, sino alejarse de ella.

Cuanto más profundices en la vida, mejor entenderás la inmortalidad que llevas dentro y entonces, te darás cuenta que te estás alejando de la muerte;

Llegará un momento en el que comprendas que la muerte es como cambiarse de ropa,
de casa,
de forma…
no muere nada, nada puede morir.

La muerte es la mayor ficción que existe.

Y Osho pone un ejemplo con el que quiero finalizar este texto y poder ayudarlo a sacar una conclusión.

Para crecer, simplemente observa un árbol.

A medida que crece el árbol, las raíces van profundizando. Hay un equilibrio; cuanto más alto es el árbol, más profundas son sus raíces.

No puede haber un árbol de 50 metros con unas raíces pequeñas; no aguantarían un árbol tan grande.

En la vida, crecer significa profundizar en ti mismo, ahí es donde están tus raíces.