Hay momentos en que sabemos que necesitamos algo…que necesitamos más.
Puede que no sepamos exactamente qué es lo que deseamos, pero el anhelo está ahí.
Durante parte de mi juventud luché con este sentimiento.
Quería más de algo, pero no podía entender qué era.
No podrían haber sido cosas, porque cuanto más adquiría, más profundo se sentía ese vacío.
En mi actividad todo funcionaba más que mejor: escribía para el Observador, la revista Seisgrados, tenía 3 servicios 0900, mi página y blog, el programa de radio y la agenda completa.
No podía quejarme, sinceramente…
Un día de mucha lluvia llegó a verme Graciela.
Era la época en que solo atendía consultas astrológicas.
No la conocía, pero lo primero que me dijo cuando entró fue ¿porque tenía una alfombra en la puerta del lado de adentro?.
Me comentó que las alfombras, debían de colocarse fuera del apartamento, para que las personas pudieran limpiarse fuera y que no quedara la energía estancada dentro de mi ambiente…
Era master en Feng Shui que en esa época (hablo de 38/40 años atrás) no era algo conocido. Y antes de irse, me recomendó un libro que compré al otro día sobre Feng Shui “El arte de ordenar la vida ordenando la casa”.
Entre muchas cosas decía que el desorden en nuestros hogares funcionaba como un estresante silencioso.
Que había que limpiar, tirar, regalar, donar… HACER LUGAR para la nada.
Sinceramente no estaba convencido que hacer espacio en mi casa pudiera marcar la diferencia.
Pero empecé poco a poco.
¿Y sabes qué?
Comencé a ver resultados que parecían sorprendentes..
Tres meses después, mi escritorio estaba ordenado, la biblioteca con los libros que más leía o tenía como referencia, saque un mueble que me sugirió Graciela y pegue la alfombra fuera de la puerta, tal como está hoy.
En mi casa mi placard se quedó solo con seis camisas, cuatro pantalones, tres buzos, dos camperas, un jogging un par de deportivos y dos pares de zapatos.
Ese llego a ser, mi vestuario completo…que es así hasta ahora.
Camisa nueva que llega, camisa vieja que se va. Siempre son las mismas cantidades y (debo confesarlo sin vergüenza) no se renuevan frecuentemente.
¿Más es mejor…?
Menos podría ser simplemente suficiente.
Y SUFICIENTE ha sido la clave de mi paz interna desde esa época hasta ahora…
Sin coche “0” kilómetro, sin siquiera auto (los tuve, incluso gané uno en sorteo… hasta que me animé a desprenderme de ellos).
Solo tengo una bicicleta.
Sin lujos desmedidos. Solo la comodidad necesaria.Sin aparentar nada. Solo ser lo que soy.
Cuando descubrí que SUFICIENTE (en lo que fuera) era la palabra más amiga y cercana de FELICIDAD, “encontré oro” y lo apliqué en cada una de las áreas de mi vida.
Si muchas de esas personas, que teniéndolo todo, no son felices porque quieren tener más, descubrieran esta palabra mágica, lograrían – no lo dudes- la felicidad completa.
Si muchas personas que tienen grandes carencias, descubrieran esa palabra mágica y concentraran su energía, tiempo y atención en agradecer esas pequeñas cosas hermosas que tienen en sus vidas, serian AUTOMÁTICAMENTE más felices.
No estoy diciendo dejar de trabajar ni soñar con mejorar.
Simplemente es una reflexión para que cada uno se adapte a su realidad y se de cuenta lo que dice mi maestro Ernie Zelinski (LEAN SUS LIBROS POR FAVOR):
“Imagina lo feliz que serías, si un día pierdes todo lo que tienes y al rato después lo recuperas”.